La celebración de Día de Reyes es una festividad tradicional en México y en varios países de Hispanoamérica, con más arraigo en unas regiones que en otras.

Es un evento principalmente dirigido a los niños y niñas por ser objeto de regalos.

También es motivo de encuentro familiar ya que en nuestro país se acostumbra a comer la “rosca de reyes” con caliente champurrado o chocolate.

En el interior del pan se le incluye uno o varias figuras de niños que representan a Jesús días posteriores a su nacimiento.

La o las personas que lo encuentran, de acuerdo a la tradición mexicana, están obligados a ofrecer una reunión estrictamente con tamales el dos de febrero, Día de la Candelaria.

La historia popular narra cómo los tres reyes peregrinaron desde Oriente guiándose por una estrella que los condujo a Belén, actual Israel.

Antes de llegar visitan al rey Herodes, gobernante de Judea, a quien interrogaron por el nacimiento del “Rey de los Judíos”.

Tras el nacimiento de Jesús de Nazaret se dispusieron a rendirle homenaje y entregarle regalos de riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

A su vez, un ángel previene a los reyes magos de las intenciones de Herodes de asesinar al bebe, al advertirlo a José y María ambos deciden huir a Egipto.

Furioso, el rey de Judea ordena matar a los niños menores de dos años, por lo que a partir de ese acontecimiento la religión judeocristiana lo recuerda como el Día de los Santos Inocentes.

Las figuras de los tres reyes magos se remontan a los relatos del nacimiento de Jesús narrados en el Nuevo Testamento,

específicamente se habla de ellos en el Evangelio de Mateo, convirtiéndose en la única fuente histórica que los menciona.

Aunque cabe señalar que la imagen mediática que conocemos actualmente de ellos con el nombre de Melchor, Gaspar y Baltazar

son elementos que fueron agregándose con el paso de los siglos y distaba mucho de sus orígenes.

Por ejemplo, en el evangelio su autor no especificó ni dichos nombres ni que en realidad hayan sido tres.

Por otro lado, llama la atención que la Iglesia Católica haya admitido la integración de personajes supuestamente “magos” a sus escrituras sagradas,

esto porque históricamente la magia y todo lo relacionado a la hechicería ha sido fuertemente amonestado por la institución.

Esto último se puede explicar tal vez porque el término griego magos no era empleado solo para referirse a quienes practicaban magia,

sino que también se utilizaba para señalar a “hombres sabios” que generalmente tenían conocimientos en las Escrituras.

La primera vez que aparece el nombre de “Reyes Magos” como hoy los ubicamos surgió en un mosaico de la iglesia de San Apolinar Nuovo, en la ciudad de Rávena, Italia, en el siglo VI.

Dicha imagen representan la procesión de las Vírgenes, conducida por tres personajes vestidos con atuendos persas.

Es también en esta decoración religiosa que aparecen los nombres de Melchior, Gaspar y Balthassar.

Como se comentó, con el tiempo la cultura católica le fue añadiendo otros detalles con fines simbólicos;

Se dice también que fueron representantes de las tres razas conocidas en esa época: europeos, africanos y asiáticos.

 

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