El color de pelo de las personas pelirrojas, entre anaranjado y rojizo. Su piel blanquecina, que puede estar salpicada por pecas. Sus ojos claros, habitualmente azules. Esta es una combinación imbatible y poco frecuente que suele fascinar a todo el mundo. Las personas pelirrojas suscitan interés y acaban siendo el centro de atención. Pero, ¿se ha preguntado alguna vez de dónde les viene a estas personas ese color de pelo tan característico?

La respuesta, como tantas otras cosas en biología, está en la genética. Concretamente, en un grupo de genes que determinan cómo va a ser nuestro aspecto exterior. Genes que codifican proteínas cuya función acaba definiendo el color de nuestra piel, de nuestros ojos y de nuestro pelo.

Son los “genes de colores”, a los que dedico mi nuevo libro de divulgación científica sobre la genética de la pigmentación (NextDoor Publishers, 2022).

Conocemos algo menos de setecientos genes de colores, de los veinte mil que tenemos todos los seres humanos. De todos ellos hay uno especialmente importante (MC1R) que porta la información genética para fabricar el receptor de melanocortina de tipo 1. Este es una proteína de la membrana de las células pigmentarias por excelencia, los melanocitos, que tenemos en la base de la epidermis, y que son las fábricas de pigmento, de melanina.

Los seres humanos y el resto de mamíferos somos capaces de fabricar dos tipos de melanina: la eumelanina, de un color marrón oscuro, casi negro, y la feomelanina, de un color amarillento-rojizo.

El receptor MC1R puede recibir estímulos hormonales para producir eumelanina, pero cuando está inactivo o no funciona el melanocito solamente es capaz de sintetizar feomelanina.

Normalmente todas las personas fabricamos ambos tipos de melanina, en diferentes proporciones según el papel que juegan muchos otros genes de colores, contribuyendo así a la enorme variedad de colores de piel y cabellos que tenemos. Sin embargo, existen personas que tienen mutadas las dos copias del gen MC1R, y por ello no pueden fabricar eumelanina y solamente saben acumular feomelanina.

Efectivamente, estas son las personas pelirrojas, cuyo color denota el tipo de melanina que acumulan.

Ser pelirrojo es la consecuencia de la adaptación evolutiva de los seres humanos para sobrevivir a los fríos, largos y oscuros inviernos del norte de Europa.

Adicionalmente, las personas pelirrojas presentan una sensibilidad especial a la temperatura y al dolor. Son capaces de percibir antes que las personas que no son pelirrojas pequeños cambios de temperatura, tanto de calor como de frío. Y suelen requerir dosis distintas de anestésicos y analgésicos. Para operar a una persona pelirroja los anestesistas deben administrar normalmente dosis superiores de anestésicos.

Crédito de fotografía: Pixabay

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 

Share This