El tramo final del escenario 2 de la primera jornada de Lollapalooza 2022 probó la elasticidad del concepto “hip hop”: primero Duki apostó a la amplitud y la fusión, después A$AP Rocky polarizó con experimentación y agresividad y finalmente Bizarrap exprimió su pulso bailable con la versión más entradora del género.

“La gente más vieja no creía en nosotros, decían que éramos una moda pasajera”, soltó Duki promediando su actuación.

La brecha generacional estaba en carne viva: el frontman era todo empatía con un público que, efectivamente, creció con él.

El césped estaba desbordado de adolescentes y adultos jóvenes que usaban pañales o no habían nacido cuando el rap metal.

Andrés Vilanova en la batería, Julián Montes como bajista, Yesan haciéndose cargo de la guitarra y Asan al mando del teclado.

Fueron os encargados de inyectarle anabólicos a un set que en épocas más digitales solía descansar casi exclusivamente en el carisma del frontman para agitar.

Así, temas como “Hello Cotto” parece algo extraído, no de este Lollapalooza.

Sino de alguno de los originales de los 90 en los Estados Unidos.

Ni que hablar de “Hitboy”, que hasta recurre a la imaginería del metal satánico en la tipografía de las visuals.

Poder echar mano a la tracción a sangre le da más versatilidad a su propuesta: de repente es posible la seda R&B en “Unfollow”, o la belleza acústica de “Ticket”.

Y todo eso sin descuidar otros géneros cercanos como el reggaeton: el mini-set con Emilia incluyó

“Como si no importara” y “Esto recién empieza”, antes había hecho “Top 5″ y de alguna otra pincelada de dembow tampoco se privó.

El cierre también fue el habitual: “Malbec” y “Goteo” clausuraron una presentación en la que Duki dejó en claro que la camada muchas veces atacada por su supuesta falta de matices.

Que de igual forma está construyendo, con tiempo y paciencia, una obra mucho más rica que lo que los conservadores piensan.

El rapero tuvo que parar el concierto no menos de cinco veces al detectar espectadores caídos.
“A mí me gusta que salten pero capaz que estamos rodeados de gente a la que le molesta que anden a los codazos”, dijo, tratando de apaciguar los ánimos en una multitud que se pasaba de rosca.
El contrapunto con la audiencia de A$AP Rocky, que lo siguió en ese stage.
Cabe destacar que con Miley Cyrus amagando con empezar en el escenario principal, sólo el núcleo duro de amantes del hip hop vivió de punta a punta el show del neoyorquino.

Quien apagó la luz del escenario fue Bizarrap en plan DJ/tecladista.

Se especulaba con la posibilidad de un desfile de invitados pero la única intervención foránea vino del lugar menos pensado: Gaspar Benegas, guitarrista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, subió a tocar “Ji ji ji” de los Redondos.
El resto fue mezcla y remezcla de las sesiones de Nathy Peluso, Nicki Nicole, L-Gante, Dillom, Snow Tha Product y -la más esperada, por lo que generó hace apenas días- Residente.
El Bizarrap no anduvo con sutilezas: el desfile de bombos en negras/corcheas, los bajos dropeados después del crescendo y todo el truquerío infalible se agotó recién en el silencio tras el remix de “Malbec”.
Nada que objetar: aún sin los featurings presagiados, el show del productor del momento fue el fin que la fiesta pedía.
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