Internet está plagado de noticias o anuncios que mencionan al blockchain. Sin embargo, es probable que no todos tengamos tan claro lo que es. Es normal, ya que se trata de una tecnología bastante nueva que poco a poco encuentra más campos de utilidad práctica.

Lo más común es relacionar al blockchain con las criptomonedas. Y es lógico, pues ambas tecnologías nacieron de la mano. Pero la verdad es que la blockchain ofrece un amplio campo de exploración, a partir del cual se pueden desarrollar una cantidad enorme de proyectos que necesiten la verificación de transacciones de datos. Desde el campo financiero hasta el agrario, pasando por el arte y lo videojuegos.

Se trata de una gran red donde –cual libro de escribano– se almacenan transacciones de datos y se rastrean activos. Un activo puede ser tangible (una casa, un carro, dinero en efectivo, terrenos) o intangible (propiedad intelectual, patentes, derechos de autor, marcas, criptomonedas). Prácticamente, cualquier cosa de valor puede ser rastreada y comercializada en una red blockchain. De esta manera, se reduce el riesgo y los costos para todos los involucrados.

El fervor que ha generado esta tecnología se debe en gran medida al alto grado de seguridad que brinda su sistema, capaz de preservar inalterables grandes cantidades de información. ¿Pero es realmente tan seguro este sistema? Para responder la pregunta, primero hay que comprender cómo funciona y de dónde surge.

Bitcoin, el inicio

En 2008 apareció en un foro criptográfico un ‘paper’ firmado por Satoshi Nakamoto –un seudónimo, él o los autores del texto aún son un misterio–, en el que se revelaba al mundo el sistema de funcionamiento de Bitcoin, una moneda digital que trabaja sobre una red descentralizada.

La gran aceptación de la red de Bitcoin dio paso a otros proyectos que fueron incrementando el desarrollo de esta tecnología. Así, un tiempo después, en 2015, apareció la red de Ethereum. Esta –si bien se basaba en el sistema de la primera– era más compleja; virtud que le ofrecía un mayor abanico de posibilidades de desarrollo. El nacimiento de la nueva red generó una explosión de criptomonedas.

¿Qué de especial tienen estas monedas? Al ser descentralizadas ningún banco ni organismo gubernamental las emiten ni regulan, por ende, sus valores no tendrían que verse afectados por factores socioeconómicos que sí impactan a las divisas nacionales, como la inflación. (Aunque el tiempo demostró que el mercado sí influye –y en gran medida– sobre ellas, pero esa es otra historia).

Al ser activos digitales, una de las mayores preocupaciones de sus desarrolladores fue la seguridad, ¿cómo hacer para que no sean vulneradas, robadas o falsificadas? Para que generen la suficiente confianza entre los usuarios y propietarios, estas monedas debían estar basada en un sistema lo suficientemente robusto que las respaldase. La solución fue trabajar en un método de bloques en cadena, es decir, blockchain.

Todo queda registrado

Una blockchain es como una base de datos. Es simplemente un sistema que guarda información. La diferencia es cómo guarda la información y quién la controla”, dice a El Comercio Christian Pasquel, especialista en blockchain y CTO de Imperium.

La tecnología blockchain se utiliza como si fuera un libro contable, en el cual cada acontecimiento o modificación de los datos se escribe como si se tratara del nuevo bloque de una cadena.

Cada bloque de la cadena almacena la información de las transacciones válidas y su vinculación con el bloque anterior y el siguiente. De esta forma es posible visualizar los movimientos, cambios y transacciones de los datos a través del tiempo. Y esta información no perecerá, debido a que no puede ser borrada ni eliminada.

Es decir, se convierte en un medio para certificar y validar cualquier tipo de información, ya que queda un registro asentado y certificado, que avala su integridad y disponibilidad.

Descentralizada

Otra de las características más destacables de esta tecnología es que es descentralizada. Como se mencionó antes, en el caso de la red Bitcoin, no existe una entidad centralizada que se encargue de certificar cada movimiento. Por el contrario, es la misma red –o comunidad– la que tiene la misión de verificar que todas las transacciones se realicen con normalidad.

“La red está constituida por los que participan de ella. Y los que participan son computadoras. Si uno quiere ser parte [por ejemplo] de la red de Bitcoin, debe bajar el programa de Bitcoin y dejarlo correr. A cada máquina que corre este programa se le llama nodo. Y estos nodos tienen varias funciones, una de las principales es guardar una copia de la información del blockchain”, comenta Pasquel.

¿Qué quiere decir esto? Que, al ser un sistema descentralizado, cada registro único e inalterable de los movimientos de datos está distribuido en todos los nodos de una red. Por ello, si queremos verificar determinada información podríamos hacerlo desde cualquiera de los nodos existentes.

Pasquel lo explica de forma sencilla con el siguiente ejemplo:

“Imaginemos que vivimos en un edificio en el que todos los vecinos se prestan dinero y llevan el registro en un cuaderno. Cada uno de ellos posee una copia del mismo, el cual se actualiza a medida que se realizan operaciones. Si uno de los vecinos me acusa de no pagarle un monto equis y me muestra su registro, ese préstamo tendría que corroborarse en el cuaderno de todos los inquilinos del edificio. De lo contrario, el cobro que me hace se interpretaría como nulo y sin sustento. Siendo esto así, para que alguien intente falsificar la información tendría que cambiarla en cada uno de los cuadernos de registro de todo el edificio”.

Crédito de imagen principal vía Flickr

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