El procedimiento por el cual se desarrolla el cerebro del niño es fascinante y es que desde que el bebé se encuentra dentro de la tripa de la mamá ya comienzan a formarse las primeras neuronas.

Que irán multiplicándose desde los 6 meses de edad hasta aproximadamente los 2 años, momento en el que más neuronas tenemos en toda la vida.

Dichas neuronas se van a ir conectando con aquellas que tengan su misma función.

“A partir de esta edad, es cuando las neuronas comienzan a tener más conectividad para cosas específicas; por ejemplo, las neuronas que tienen que ver con el lenguaje, la atención, la memoria… se unen haciendo circuitos más complejos. Mientras que las que no se van usando se podan, lo que en términos neurológicos se llama ‘poda neuronal’.

A partir de los 4-6 años hay menos cantidad de neuronas, pero estas son mucho más especializadas, y así se irá avanzando a lo largo de la vida”, nos explica la psicóloga clínica y Doctora en Psiquiatría y Neurociencia Cognitiva, conocida en redes sociales como @mamaneurona, y cabeza del proyecto @neuroingenia, dirigido a familias, con quien hemos hablado para saber cómo influye la tecnología y el aprendizaje digital en el cerebro de los niños.

Aceptar la tecnología como parte de la vida

Este desarrollo neuronal es tan importante a edades tempranas que no puede ser alterado por factores externos, debido a que existe la posibilidad de que aparezcan consecuencias negativas para el niño.

La tecnología tiene mucho que ver en ello, y es que hoy en día los peques viven rodeados de tecnología por todas partes: en casa, en el colegio, en la calle, en el coche… es difícil alejarles de ella porque forma parte de la vida.

Pero, lo que sí es posible, es tener en cuenta una serie de pautas dirigidas a los papás, indicadas por los expertos, para que la tecnología no influya de forma negativa en el desarrollo del cerebro del niño.

“Los principales circuitos de la infancia son los que tienen que ver con la motricidad, el lenguaje, la atención.

Más tarde comienza a haber una conectividad del circuito frontal, también llamado emocional, que tiene que ver con el circuito del placer y la recompensa.

Este es el que les hace tener el autocontrol, por eso, cuando todavía no está desarrollo, es el desencadenante de las rabietas, ya que hace que quieran las cosas de inmediato.

Para ponerles freno, nosotros como papás necesitamos monitorearlo con otras experiencias como los límites, para ir moldeándoles y que estos vayan conectando con su parte emocional o frontal.

A fin de cuentas, controlarles para que no actúen siempre tan instintivamente, ni solamente por placer”, expone la experta en neurociencia.

Así influye la tecnología en el desarrollo de su cerebro

Cualquier tipo de pantalla a la que expongamos al niño emite una cantidad de estímulos por segundo que su cerebro no es capaz de procesar.

Cuando hablamos de bebés hasta los 2 años de edad, incluso más mayores, no importa el contenido que estén visualizando (sea educativo o no), tanto como que el cerebro del niño no esté preparado para recibir tal cantidad de estímulos.

Por eso, si les hacemos una sobreexposición del tiempo considerado como ‘permitido’, según la edad, puede tener consecuencias negativas para su desarrollo neuronal.

Entre otras cosas, y según la experta, puede tener “un impacto negativo en el sueño, en el aprendizaje, porque están desperdiciando esa capacidad y tiempo de aprender a través de sentimientos, experiencias…

Y pueden volverse más irritables porque esos estímulos van directamente al sistema del placer y recompensa del que hablábamos antes”, afirma la psicóloga.

Según la Asociación Española de Pediatría y la Academia Americana de Pediatría, los niños menores de 12 años no deberían usar móviles, tablets u ordenadores sin el control de sus padres.

De 0-2 años no deberían ver ninguna pantalla, a partir de los 3 a los 5 años deberían verlas 1 hora máximo al día, y de 6 a 18 años, 2 horas al día (con fines recreativos).

“Es importante saber que, si vas a utilizar la tecnología, no lo hagas en la hora de la comida, antes de ir a dormir, en los trayectos cortos del coche…

Porque en estos momentos los niños deben tener plena conciencia de donde están y poner toda su atención en ello, en la convivencia, porque sino se pierden los detalles de la vida y lo único que quieren es más tecnología y los hacemos más intolerantes”, asegura.

Por qué puede ser adictiva para el niño

La tecnología alimenta el sentimiento de placer y la parte neuronal dedicada a los circuitos de la satisfacción de ese placer y la adicción.

Si el pequeño está expuesto de una forma excesiva a pantallas, más tarde, cuando se quiere poner límites y controlar el tiempo de visualización, no le será suficiente, siempre querrá más y más.

“Yo les digo continuamente a los papás que hay que tener en cuenta que todas las pantallas causan adicción.

Y todo depende de cómo las utilicemos, porque hay que veces que es inevitable usarlas.

Pero, por ejemplo, siempre es mejor ponerles la televisión que una tablet o un móvil, porque estos los pueden manipular y, por tanto, la cantidad de estímulos es mayor y más cambiante, y eso todavía es peor”, advierte la experta.

¿En qué puede ayudarlos?

En determinados campos, la tecnología sí que puede ser una gran ayuda para su desarrollo, como, por ejemplo, tal y como nos cuenta la psicóloga, nos ha dado mucha conectividad con otras personas proporcionándonos un modelo de visualización distinto.

Aunque no lo creamos, la experta en neurociencia nos cuenta:

“Sí existe otra parte que les beneficia como es en lo relacionado con los videojuegos o para aquellas cosas que ‘tengan que resolver’, donde entra en juego el procesamiento visoespacial, es decir, su memoria visual puede mejorar, no siempre, pero sí, es posible.

Esto es así porque están utilizando la parte del cerebro de recordar imágenes, hacer estrategias visoespeciales y, en ocasiones, esto puede ser positivo”.

Y la tecnología también puede ayudarles a mejorar el circuito multitask (multitarea).

E incluso, desarrollarlo, pero también puede crear el efecto contrario, advierte la psicóloga, y que sea tanta la información que tengan que procesar que acaben con un déficit de la misma.

Crédito de imagen principal via: Wikimedia Commons

Share This